Cerca de 200.000 personas abarrotan la plaza de San Pedro y la Vía de la Conciliación, la gran avenida que la precede, para asistir al paso del cortejo fúnebre del papa Francisco, fallecido el lunes.
Tras la homilía, el féretro está siendo trasladado por las calles de Roma desde la plaza de San Pedro hasta la basílica de Santa María la Mayor, lugar que Francisco eligió para su entierro.
Los seis kilómetros del cortejo se recorrerán en coche, pero a paso lento para que pueda ser visto por los ciudadanos. El entierro, que se celebrará a puerta cerrada, tendrá lugar entre las doce y media y la una.
Delegaciones de 148 países y territorios (incluidos Palestina y Kosovo) con 10 reyes y 10 organismos internacionales han asistido a la ceremonia.
La delegación española ha estado formada por los reyes Felipe y Letizia, las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, y el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.
También han asistido el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ucranio, Volodímir Zelenski, que han celebrado un encuentro “muy productivo” de 15 minutos en el que han acordado reunirse de nuevo.
SERÁ SEPULTADO CON SUS ZAPATOS USADOS
El difunto papa Francisco será sepultado dentro de un féretro sencillo, sellado y marcado con su escudo pontificio en una ceremonia antigua y solemne este viernes en la basílica de San Pedro, y reposará con sus zapatos usados.
La ceremonia del cierre del féretro fue presidida de forma privada por el cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, en el interior de la basílica vaticana una vez que se terminó la capilla ardiente y después de tres días en los que han pasado 250.000 fieles a darle el último adiós.
Francisco ha sido expuesto públicamente dentro de un ataúd sencillo de madera, mientras que hasta Benedicto XVI los papas eran expuestos sobre un catafalco, pero Bergoglio cambió el protocolo.
Este viernes por la tarde llegó el momento de cerrar el féretro con una antigua ceremonia cargada de simbolismo y oración por su alma.
En primer lugar, el maestro de ceremonias colocó un velo de seda blanca sobre su rostro para después rociar el cuerpo con agua bendita mientras los presentes oraban.
Dentro de la caja se introdujo una bolsa con algunas monedas y medallas acuñadas durante el pontificado y un tubo metálico con el acta o ‘rogito’, sellado y lacrado, que recoge para la posteridad los hechos más relevantes de su vida y de su pontificado.
En este documento, en latín, Francisco es recordado por su sencillez, por su atención a los “últimos y descartados de la sociedad”, por su preocupación por el medio ambiente y por su lucha contra los abusos perpetrados por representantes del clero.
El maestro de las Celebraciones Litúrgicas, Diego Ravelli, leyó el acta, cuyos ejemplares fueron firmados por algunos de los presentes, entre los cuales se hallan los cardenales Giovanni Battista Re, que oficiará el funeral mañana; Pietro Parolin, secretario de Estado; y Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica.
A continuación, se colocó la tapa de zinc del ataúd, sobre la cual se encuentran la cruz, el escudo del papa fallecido y la placa con su nombre, la duración de su vida y de su papado.
El ataúd se selló y se imprimieron los sellos del cardenal camarlengo, de la Prefectura de la Casa Pontificia, de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y del Capítulo Vaticano.
Finalmente, se cerró el féretro de madera, cuya tapa tiene la cruz y el escudo del papa fallecido.
(Con información de El País e Infobae)