Este miércoles 7 de mayo, la Capilla Sixtina del Vaticano dará inicio al cónclave, en el que 133 cardenales, aislados del exterior, buscarán al sucesor de Pedro.
En ese sentido, desde el Vaticano dieron a conocer todos los detalles en torno a este proceso, desde la votación de lo cardenales hasta el recuento de las papeletas que luego se queman en una estufa de hierro fundido de 1939.
De acuerdo a los datos, los cardenales electores tendrán en sus manos una tarjeta de forma rectangular para escribir el nombre del elegido, como está minuciosamente descrito en la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis.
A continuación, el proceso del cónclave:
DISTRIBUCIÓN DE PAPELETAS:
Una vez preparadas y distribuidas las papeletas por el maestro de ceremonias, el último cardenal diácono sortea, entre todos los cardenales electores, tres escrutadores, tres encargados de recoger los votos de los enfermos (infirmarii) y tres auditores.
Si en el sorteo se extraen los nombres de cardenales electores que no pueden desempeñar sus funciones por enfermedad u otra razón, se extraen en su lugar los nombres de otros cardenales.
Desde el Vaticano detallaron que esta es la fase previa a la votación. En otro punto, indican que antes de que los electores comiencen a escribir, el Secretario del Colegio Cardenalicio, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas y los Maestros de Ceremonias, deben abandonar la Capilla Sixtina.
Después, el último Cardenal Diácono cierra la puerta, abriéndola y cerrándola tantas veces como sea necesario, como cuando los infirmarii salen a recoger los votos de los enfermos y regresan a la Capilla.
LA PAPELETA
Cada cardenal elector, después de haber escrito y doblado su papeleta, sosteniéndola en alto para que sea visible, la lleva al altar, donde se encuentran los escrutadores y sobre el cual está colocado un receptáculo cubierto con un plato para recoger las papeletas.
“Pongo por testigo a Cristo Señor, que me juzgará, de que mi voto es dado a aquel que, según Dios, creo que debe ser elegido”, deberá expresar cada cardenal en voz alta.
Después deposita la papeleta en el plato y con ello la introduce en el receptáculo. Al final se inclina ante el altar y vuelve a su asiento.
Los cardenales electores presentes en la Capilla Sixtina que no pueden ir al altar por estar enfermos, cuentan con la ayuda del último de los escrutadores que se acerca a ellos: pronunciado el juramento, entregan la papeleta doblada al escrutador que la lleva visiblemente al altar y, sin pronunciar el juramento, la coloca en el plato y con éste la introduce en el receptáculo.
LA URNA
De acuerdo a lo detallado por el Vaticano, una vez que todos los electores han depositado sus papeletas en la urna, el primer escrutador sacude la urna varias veces para barajar las papeletas e, inmediatamente después, el último escrutador procede al recuento de las papeletas, sacándolas visiblemente una a una de la urna y depositándolas en otro recipiente vacío.
Si el número de papeletas no corresponde al número de votantes, deben quemarse todas y se procede inmediatamente a una segunda votación, pero sí coincide con el número de votantes, se procede al recuento.
Los tres escrutadores se sientan en una mesa frente al altar: el primero toma una papeleta, la abre, anota el nombre del elector y se la pasa al segundo, quien, una vez comprobado el nombre del elector, se la pasa al tercero, que la lee en voz alta, para que todos los electores presentes puedan marcar su voto en una hoja especial, y anota el nombre leído.
RECUENTO:
Si, durante el recuento, los escrutadores encuentran dos papeletas dobladas de forma que parezcan haber sido rellenadas por un mismo votante, si llevan el mismo nombre se contabilizarán como un solo voto
Si, por el contrario, llevan dos nombres diferentes, ninguno de los dos votos será válido, pero en ninguno de los casos se anulará el voto.
Una vez terminado el recuento de las papeletas, los escrutadores suman los votos obtenidos por los distintos nombres y los anotan en una hoja aparte.
El último de los escrutadores, al leer las papeletas, las pincha con una aguja en el punto donde se encuentra la palabra Eligo, y las introduce en un hilo, para que se conserven con mayor seguridad.
Una vez terminada la lectura de los nombres, los extremos del hilo se atan con un nudo, y las papeletas se depositan en un receptáculo o a un lado de la cantina.
En ese momento, se cuentan los votos y, después de comprobarlos, se queman en una estufa de hierro fundido que se utilizó por primera vez durante el Cónclave de 1939.
Una segunda estufa, de 2005, conectada, se utiliza para los productos químicos que deben dar el color negro en caso de no elección y el color blanco en caso de elección. Fuente: El Vaticano